martes, 14 de mayo de 2013

EJEMPLO X, DE LO QUE SUCEDIÓ A DOS HOMBRES QUE FUERON MUY RICOS

Patronio, bien reconozco a Dios que me ha dado mucha felicidad, más de lo que yo le podría agradecer. Pero algunas veces pienso que si fuera pobre no podría vivir. Os ruego que algún consuelo me deis para esto.
–Señor conde –dijo Patronio–, para que os consoléis cuando tal cosa os suceda, sería bueno que supieseis lo que les pasó a dos hombres que fueron muy ricos.
El conde le rogó que le dijese cómo había sido aquello.
–Señor conde Lucanor–dijo Patronio–, de estos dos hombres, uno de ellos llegó a tan gran pobreza que no le quedó en el mundo cosa que pudiese comer. E hizo mucho por buscar alguna cosa que comer, pero no pudo encontrar más que un plato de altramuces. Y acordándose de lo rico que era y que ahora con hambre y con pena había de comer los altramuces, que son tan amargos y de tan mal sabor, comenzó a llorar con rabia; pero con el gran hambre comenzó a comer los altramuces, y comiéndolos echaba las cortezas de los altramuces detrás de él. Y, estando triste pero comiendo, sintió que estaba alguien a sus espaldas, y volvió la cabeza y vio a un hombre cerca de él, que estaba comiendo las cortezas de los altramuces que él echaba detrás, y era aquél de quien os hablé antes: el otro hombre rico venido a menos.
Y cuando aquello vio el que comía los altramuces, preguntó a aquel que comía las cortezas que por qué hacía aquello. Y él le dijo que había sido mucho más rico que él, y que ahora había llegado a tan gran pobreza y a tan gran hambre, que se alegraba mucho cuando hallaba aquellas cortezas que él dejaba. Y cuando esto vio el que comía los altramuces, se consoló, pues entendió que otro había más pobre que él. Y con este consuelo, esforzandose y ayudandóle Dios y buscó manera cómo saliese de aquella pobreza, y salió de ella y pronto le fue muy bien.
Y vos, señor conde Lucanor, debéis saber que el mundo es así, que ningún hombre puede tener cumplidamente todas las cosas. Si alguna vez os faltan dineros y estáis en algún apuro, no desmayéis por ello, y creed por cierto que otros más honrados y más ricos que vos están tan apurados, que se tendrían por pagados si pudiesen dar a sus gentes, incluso mucho menos de cuanto vos les dais a las vuestras.
Al conde le gustó lo que Patronio le dijo, y se consoló, y comprendió bien la solución a su problema.
Y entendiendo don Juan Manuel que este ejemplo era muy bueno, lo hizo poner en este libro e hizo estos versos que dicen así:


         Por pobreza nunca desmayéis,
         pues otros más pobres que vos veréis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario